El 9 de noviembre es una fecha profundamente cargada de simbolismo histórico en Alemania, conocida como el Schicksalstag o “Día del Destino”. Esta fecha reúne una serie de eventos decisivos que han marcado los caminos de la nación alemana a lo largo del siglo XX, cada uno reflejando diferentes momentos de cambio radical y conflicto en su historia.
La proclamación de la República en 1918
El primero de estos eventos ocurrió el 9 de noviembre de 1918, cuando Philipp Scheidemann, un prominente político del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), proclamó desde un balcón del Reichstag el nacimiento de la república. Este acto simbolizaba el fin del Imperio Alemán y la monarquía de Guillermo II, marcando el inicio de la República de Weimar. Esta proclamación no solo significó el fin de una era, sino también el comienzo de un periodo turbulento, con desafíos políticos, sociales y económicos que finalmente culminarían en la ascensión del nazismo. Este evento es conocido como la Novemberrevolution o “Revolución de Noviembre” y representa un cambio crucial hacia la democracia, aunque plagado de dificultades.
El Putsch de Múnich en 1923
Cinco años después, el 9 de noviembre de 1923, Adolf Hitler y sus seguidores intentaron tomar el poder en el llamado “Putsch de Múnich”. Este fue un fallido intento de golpe de Estado por parte del Partido Nazi, que buscaba imitar el ascenso al poder de Mussolini en Italia. El golpe fracasó y Hitler fue arrestado, lo cual paradójicamente contribuyó a su notoriedad y al fortalecimiento de sus ideas en la sociedad alemana. Durante su tiempo en prisión, Hitler escribió gran parte de Mein Kampf, el manifiesto que más tarde se convertiría en la base ideológica de su movimiento. Aunque el Putsch fue una derrota inmediata, sentó las bases para el auge de la ideología nazi que dominaría Alemania una década después.
La Noche de los Cristales Rotos en 1938
Quince años después del Putsch de Múnich, el 9 de noviembre de 1938 tuvo lugar la tristemente célebre Kristallnacht o “Noche de los Cristales Rotos”. Fue un pogrom violento en el que ciudadanos judíos y sus propiedades fueron atacados en toda Alemania y Austria, con la destrucción de sinagogas, hogares y negocios judíos. Este acto, coordinado por el régimen nazi, marcó un punto de inflexión en la persecución de los judíos, pues fue una demostración pública y brutal de lo que luego se convertiría en la Solución Final. La Kristallnacht es recordada como uno de los eventos más oscuros del siglo XX, que evidencia la represión sistemática y genocida del régimen nazi hacia la comunidad judía.
La caída del Muro de Berlín en 1989
Finalmente, el 9 de noviembre de 1989 se vivió un evento con un tono muy diferente: la caída del Muro de Berlín, que había dividido Alemania durante casi tres décadas. La apertura de las fronteras entre la Alemania Oriental y la Occidental fue un momento histórico que simbolizó el fin de la Guerra Fría y la posibilidad de unificación para el país. La caída del muro, con la imagen de los ciudadanos derribando simbólicamente las barreras que los habían separado, representa la esperanza y la libertad en contraposición a las tragedias del pasado.
La elección del 3 de octubre como Día de la Unidad Alemana
Ante tantos eventos históricos y trascendentales sucedidos en el mismo día, tanto buenos como trágicos, las autoridades alemanas decidieron que el 9 de noviembre no debía ser el día nacional oficial, ya que resultaría difícil celebrar sin recordar las sombras que acompañan esta fecha. En su lugar, se eligió el 3 de octubre, la fecha de la reunificación oficial de Alemania en 1990, como Día de la Unidad Alemana. Esta fecha, libre de las connotaciones de tragedia y conflicto, permite conmemorar un momento de paz y reconciliación nacional.
En resumen, el 9 de noviembre es un recordatorio de los múltiples caminos por los que Alemania ha transitado en el último siglo (de la monarquía a la república, de la democracia a la dictadura y de la división a la reunificación), y hoy más que nunca es importante que no caiga en el olvido.